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jueves, 12 de marzo de 2015

La Improvisación

Siempre se ha dicho que "nadie da duros a pesetas". Para los más jóvenes habría que decir que "nadie da euros a céntimos", por si no han conocido la peseta. Cada vez que alguien pronuncia esta sabia cita popular todos asentimos con la cabeza y reconocemos en el interlocutor una gran sabiduría por tan atinado aserto. 

Dicho esto, deberíamos actuar en consecuencia a lo largo de todos los actos de nuestra vida y, generalmente, es así. Pero, como las excepciones confirman la regla, hay una decisión que tomamos de vez en cuando que es ajena totalmente al referido dicho. Cuando contratamos un seguro.

Cada vez más, vemos que en la cabeza del candidato a asegurado solo existe una idea (o habría que decir cabezota, en este caso) que se repite machaconamente. Precio, precio, precio....

Si fuéramos consecuentes con lo que decíamos antes, el futuro asegurado debería saber que si hay dos compañías que le ofrecen dos seguros iguales, a priori, y que tienen una significativa diferencia de precio, es por una razón en la inmensa mayoría de los casos. Efectivamente, los seguros NO son iguales. 

En que no suelen ser iguales dos seguros que se llaman igual, con nombre y apellidos, pues en una sola cosa, en las coberturas y garantías.

Seguramente esto lo entiende un niño de pecho, pero milagrosamente en el acto de elección y contratación de un seguro, muchas veces el asegurado está inducido por la sola idea de ahorrar una cantidad de dinero, que en ese momento parecería que le resulta vital.

Y digo en ese momento, porque cuando llega la hora del siniestro, que por desgracia viene de vez en cuando, esa cantidad es inversa y proporcionalmente ridícula a la envergadura del siniestro.

Este hecho es algo que me me desconcierta sobremanera y que, por mucho tiempo que pase, jamás entenderé. Únicamente puede achacarse al gran defecto nacional, que junto al pecado de la envidia, nos acompaña desde la cuna: la improvisación.

Es esa terrible ecuación que se enuncia como "...bueno, bueno, yo me ahorro esto ahora y luego ya veremos...".

En fin, debe ser nuestro sino.

Seguros CASER

lunes, 2 de marzo de 2015

Mujer Autónoma

Hoy quería compartir algo sobre mi situación laboral, que puede que ayude a algunas personas.

Después de varios años dando vueltas y vueltas por el mundo laboral, un mundo cada vez más frío, impersonal y, casi, deshumanizado, por fin he encontrado mi mundo productivo y soy feliz.
Con casi 15 años de experiencia anterior en el mundo de los seguros, un sector ya casi olvidado para mi, hemos tenido un reencuentro. Esta vez como Autónoma. Me he lanzado a la aventura, me he dado de alta como agente de seguros y, de pronto, no tengo que aguantar a jefe inepto y baboso, no tengo horario, trabajo como una mula y a la vez tengo tiempo para mi familia. ¿Un milagro? Quizás. He emprendido. Si, la he emprendido contra una vida laboral gris y sin futuro, la he emprendido contra empresas que no te valoran lo más mínimo y para las que eres una carga insoportable, sobre todo el día 30 de cada mes. La he emprendido contra la mediocridad. La he emprendido contra el conformismo. Si, soy una emprendedora.
Obviamente el miedo al vacío está siempre presente, claro, pero prefiero este miedo que el vacío diario de ir a un trabajo, no con desgana, no, si no llevando una carga de rabia contenida.
Tuve la suerte de trabajar en una gran compañía, la mala suerte de dejarla por un proyecto fallido, y la horrible suerte de conocer la miseria de una parte del mercado laboral, la de los Ojaláfueramileurista. Hoy gracias a Dios me he podido librar de eso.
Animó a cualquier mujer, a cualquier persona, que de un paso adelante si tiene una actividad laboral parecida a la que antes describía. Merece la pena, de verdad.
La mejor manera de comprobar como me siento es ver mi página web, alegre y clara, como yo me siento ahora. Ahí está mi nueva vida.
Besitos.